Queridos amigos:
Escribo estas letras con la tarjeta con la que felicito la Navidad delante de mí. En la portada está la Virgen María adorando al Niño con un pie de foto que dice: “Dios, el Altísimo Omnipotente, se presenta como un niño”. Esta es la Navidad, que Dios, el Altísimo Omnipotente, se presenta como un niño. El Hijo de Dios se hace hombre para que nosotros seamos hijos de Dios en Él.
El papa Francisco nos ha dicho que para celebrar bien la navidad, es necesario contemplar la primera Navidad de la historia, que es la de Belén, contemplar ese Niño que viene a nosotros, que es el Hijo de Dios, el Omnipotente y que nace allí, como un niño, en la pobreza, en la humildad de un pesebre… es impresionante. Pero ¿para qué nace ese Niño? Para atraer nuestro amor, nuestra conversión. Para enseñarnos que la alegría, la paz, la salvación se encuentra ahí. No podemos poner nuestra felicidad en poseer muchas cosas, en el egoísmo en definitiva, en encerrarnos en nosotros mismos, sino en abrirnos a los demás.
En la Navidad debemos ser conscientes de que Dios, a través de la Encarnación, viene a nuestro encuentro, visita nuestra tierra con toda la problemática que ha tenido a lo largo de la historia y que tiene hoy: la pandemia que estamos sufriendo, las migraciones de tantas personas que dejan su tierra y buscan nuevas posibilidades de vida, lo que les cuesta la vida a muchos en el mar, tanta tensión como existe en nuestra sociedad, a nivel global, pero también familiar, las leyes de eutanasia, las del aborto, que nos alejan de Dios.
Dios visita nuestro mundo, nuestra tierra, nuestra casa, pero sobre todo quiere visitar nuestro corazón. Si queremos cambiar el mundo, empecemos por cambiar nuestro corazón, si queremos que las cosas vayan mejor, empecemos por cambiar nosotros mismos. Este es el mensaje de la Navidad
Que la paz, anunciada por los ángeles, reine en nuestros corazones. Cuando damos gloria a Dios viene a nosotros la paz: gloria da Dios en el cielo y en la tierra para los hombres; sin embargo cuando ocultamos a Dios y queremos ensalzarnos tanto como Él es cuando no hay paz, viene la guerra, viene esa tensión interior en nuestro corazón que hace que también haya tensión en la sociedad.
Son reflexiones que dejo ahí, junto a otras tantas que se podrían hacer, para vivir la Navidad. En definitiva de lo que se trata es de convertirnos de verdad, convertir nuestro corazón, dejar que el Señor nazca en nuestro corazón para que las cosas puedan cambiar, para que este mundo nuestro cambie a mejor, sea más humano, más cristiano.
¡Feliz Navidad!