No podemos establecer el origen del culto al Santo Entierro de Cristo en Fuente de Cantos por la falta de documentos y estudio de la materia hasta el momento. No obstante, pudiera haber existido una cofradía ligada, en el siglo XVIII, a Don Alonso del Corro Guerrero, I Conde de Montalbán, puesto que existen referencias del llamado “Cristo del conde”, pudiendo referirse a la antigua imagen del Cristo Yacente, retirada del culto el pasado siglo XX tras la adquisición de la actual.
Esa antigua imagen, hoy conservados sus restos en el Convento de las Carmelitas Descalzas, se trataba de una talla de Cristo muerto, la cual estaba articulada en la unión de los brazos a los hombros, de tal manera que se celebraría con ella el rito del descendimiento y entierro del Señor. Por diferentes motivos, la imagen del Yacente se encontraba en un pésimo estado de conservación, llegando, incluso, a procesionar la cabeza con una sábana que simulaba un cuerpo del que acabó careciendo.
Sabemos que en la década de los años veinte del pasado siglo, por intercesión del párroco de la villa, Don Manuel Alemán, se produjo la reorganización de algunas cofradías, como la del Hospital, la de Nuestro Padre Jesús Nazareno o la del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de las Angustias, las cuales hoy siguen en activo. Sin embargo, la organización de la procesión del Santo Entierro acabó recayendo en el
Ayuntamiento de Fuente de Cantos.
En el año 2007, bajo el gobierno de Doña Maximina Delgado Berjano, el Ayuntamiento decide cesar en esta responsabilidad y ceder la competencia a la Junta de Hermandades y Cofradías Penitenciales de Fuente de Cantos, presidida por Don José María Borreguero Fernández, párroco de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Granada en este momento.
Durante un breve periodo de tiempo, la imagen del Santísimo Cristo Yacente se incorpora como titular a la Hermandad y Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús Resucitado y María Santísima de la Paz. Tras este efímero periodo, la imagen de Jesús muerto, vuelve a recaer en la Junta de Cofradías, pero ligado, en parte, a la citada Hermandad de la Paz, puesto que la falta de un paso procesional para Jesús Resucitado les llevó a pactar un acuerdo mediante el cual, a cambio de organizar la corporación del Domingo de Resurrección la salida del Santo Entierro, podrían utilizar el paso del Cristo Yacente en la mañana del Domingo de Resurrección.
No podemos olvidar que, tradicionalmente, el Santo Entierro procesionaba acompañado por las imágenes cristíferas de Jesús Atado a la Columna, Nuestro Padre Jesús Nazareno y el Santísimo Cristo de la Misericordia, procesión conocida como `la magna´. A consecuencia del descenso del número de costaleros y la llegada de nuevos pasos procesionales de mayor tamaño, comenzó a dificultarse esta procesión, razón que conllevó, tras mucho debate en el seno de la Junta de Cofradías, a suprimir la procesión magna e intentar celebrarla, siempre que fuera posible, cada cinco años.
En el año 2014, tras haber adquirido un nuevo paso para Jesús de la Victoria en su Resurrección, la organización del Santo Entierro recae, de nuevo, completamente en la Junta de Cofradías, hecho que supuso
un exceso de trabajo que condujo a los miembros de este organismo a buscar un grupo de personas que se hicieran cargo de constituir una nueva cofradía. En ese mismo año de 2014, en la tarde del Viernes Santo, el
capataz de la cuadrilla de costaleros, Don Adolfo Luis Pérez Álvarez, adquiere el compromiso de fundar la actual Hermandad y Cofradía Penitencial del Santo Entierro de Cristo.
En la actualidad, la Hermandad celebra cultos en honor a su sagrado titular el primer fin de semana de Cuaresma, llevándose a cabo un besapié y la Eucaristía principal de la corporación. Realizan su Estación de
Penitencia en la tarde del Viernes Santo, acompañados por la Cofradía femenina de Nuestra Señora de la Soledad. En este momento, esta Hermandad está a la espera de que el Arzobispado de Mérida-Badajoz apruebe sus ordenanzas para poder quedar oficialmente constituida.
El escudo de esta corporación religiosa es la Cruz de Jerusalén. El motivo por el que toman este emblema no es otro que el significado que posee. Debemos remontarnos al año 1095, en el que el Papa Urbano II convoca el IV Concilio de Clermont. De este sínodo surge la Primera Cruzada, cuyo fin no era otro que recuperar para los cristianos Jerusalén. Se logra este objetivo y nace la Orden de los Caballeros del Santo Sepulcro de Jerusalén, cuya misión no era otra que la defensa del Santo Sepulcro de Cristo. El escudo heráldico de esta orden militar es la Cruz de Jerusalén.
Cuentan con diferentes insignias, como el estandarte negro con el escudo en el centro, los dados, en memoria del versículo evangélico que nos dice como se echaron a suerte la túnica de Cristo, los clavos de la crucifixión y la corona de espinas.